¿Porqué caminas con tanto esfuerzo?
Le preguntó el caballo al asno.
Por el peso de las alforjas.
¿Qué alforjas? ¡No veo que lleves ningunas!
En verdad hace meses que mi amo me las quitó agradeciéndome mi ayuda todos estos años, pero tengo tanto miedo a no saber caminar de otra manera que yo sigo haciendo como que las llevo cargadas…
“El peso de lo imaginario” – Idroj Alp
¿Qué nos dice el diccionario sobre el verbo SOLTAR? Desatar o desceñir. Desasir (lo que estaba sujeto).
Dar salida (a lo que estaba detenido o confinado). Dar libertad (al que estaba detenido o preso).
Evacuar (el vientre) con frecuencia. Romper en una señal de afecto (como la risa, el llanto). Decir.
Adquirir agilidad en la ejecución de las cosas. Abandonar el encogimiento, dándose a la desenvoltura.
¿Y cuál es su origen? El verbo soltar es una creación romance a partir del verbo suelto, y esta procede de la síncopa y diptongación en “ue” de “o” breve a partir del latín solûtus, variante vulgar de solūtus (suelto, disuelto, libre, liberado), participio de perfecto del verbo solvêre (liberar, soltar, también a veces liberar un dinero, es decir pagar).
Qué verbo tan sugerente pues. Si miramos de que nos hablan sus definiciones vemos que tiene que ver con liberar lo que estaba retenido, con dar expresión a lo que estaba reprimido, con entregarse a lo que uno hace… nada menos.
Sin prestar atención a estas definiciones, ¿qué contestaríamos si nos preguntaran qué es lo contrario de soltar? Seguramente diríamos coger o agarrar. Pero ahora podemos observar que con esa respuesta algo no se ajusta, no acaba de encajar ¿verdad? Porque soltar parece que tiene que ver con desatascar, ya sea a nivel emocional, mental o comportamental. ¿Y qué es un atasco? Un bloqueo, algo que está impidiendo la circulación, el desarrollo, el libre fluir… Comprendiendo esto es más fácil percatarse de que el verdadero contrario de soltar tiene más que ver con algo obstructivo, pegajoso.., pero ¿si es algo que uno hace? ¿qué podríamos decir?
A mi me viene aferrarse. Esa es la verdadera acción opuesta a soltar.
Soltar y agarrar, agarrar y soltar, son más bien acciones complementarias, no opuestas. Como el día y la noche forman parte del mismo ciclo, como inspirar y espirar forman parte del mismo proceso, como el contacto y la retirada son dos movimientos que hacen que un encuentro sea auténtico.
Soltar pues forma parte del ciclo de la vida. No soltar entonces es muerte. Nuestro impulso de vida nos empuja siempre hacia delante. Si sentimos que ese impulso de vida está obstruido fijémonos en qué es lo que no estamos soltando, qué es eso a lo que me estoy aferrando que me impide seguir adelante, qué no me deja crecer…
Antes de soltar hay que haber agarrado. A veces no podemos soltar porque no hemos agarrado lo que necesitábamos, lo que nos era útil de ese objeto, de esa situación, de esa persona… Si nos hemos aferrado hemos suprimido algo en nosotros mismos, nos hemos hecho dependientes, nos hemos desentendido de nuestra responsabilidad. Porque esa es la diferencia entre agarrar o aferrarse, lo primero es activo, lo segundo es pasivo, tiene algo de utilitario, de parasitario. Para que una madre suelte a su hijo tiene que haberse responsabilizado de su maternidad, si se aferra a él no está cumpliendo su función de madre. Ahí están sucediendo otras cosas. Para que un hijo suelte a su madre tiene que haber agarrado lo que sí ha recibido de ésta, si se sigue aferrando es que no ha hecho suyo lo recibido, no la está honrando como madre.
Antes de agarrar hay que haber soltado. Si sentimos que no podemos agarrar eso que deseamos, es que he olvidado soltar antes aquello que me ocupa un lugar que necesito para lo nuevo. Si no he soltado a mi madre porque sigo aferrado a ella, ¿cómo voy a hacer lugar en mi vida para recibir y para entregarme a una mujer? Si mi madre sigue aferrada a mi, ¿cómo va a hacer espacio en su vida para vivirse ella como mujer? Algo que es mucho más que ser madre.
¿Cómo nos damos cuenta de que hemos soltado? Cuando podemos agradecer. Porque lo que soltamos lo hemos agarrado, y lo que hemos agarrado nos ha nutrido, y a aquello que nos nutre, le estamos agradecidos.
Gracias